sábado, 12 de marzo de 2016

El huerto

Mi madre, mi tía Neri y mi tío Luis con los primos de Miranda

Comida debajo de la higuera


Antiguamente, la casa de mis abuelos tenía abajo un sitio oscuro, con suelo de tierra, donde guardaban la leña y unas estanterías llenas de telarañas y de cachivaches.
Seguramente, antes de hacer el baño, era allí donde se iba a hacer más de una vez lo que viene siendo pis y caca, pero yo de eso no me acuerdo, ya he nacido en la era del cuarto de baño, que es un gran avance.
De allí, por detrás se salía a un huerto que tenía mi abuelo con puerros, alubias, cebollas, incluso girasoles. Estaba siempre detrás de los nietos para que no le pisáramos lo sembrao. Y se sentaba en un banco a ver crecer las plantas mientras fumaba Celtas y leía novelas del Oeste.
Cuando ellos empezaron a no estar en Anguiano, el huerto se abandonó. Abajo hicieron un precioso merendero que es el que aún está y usamos.
El pequeño huerto se trasformó en un lugar de pasarlo bien. La vida de la casa se volvió hacia ese lugar. Allí han jugado los niños miles de horas, hemos tomado el sol, nos hemos bañado, duchado, comido debajo de la higuera y pasado mucho tiempo en tertulia, cerca de las adelfas y el laurel.
Muchas de las fotos las ha hecho mi tío Bartolo o mi tía Luci. Lo digo ahora y no lo voy a poner en todas las entradas, para no ser cansina, pero que lo sepáis.
Disfrutando de  un piscolabis

Mi hermano y yo con mi abuelo Andrés en el Huerto

Mi padre ayudando a cavar

Pasándolo bien en el año 2.002

El huerto nevado

Mi madre y mi tía Neri debajo de la adelfa

Mi padre con un rosal




Martín

Lidia
 

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