En aquellos tiempos de Franco que nos tocó vivir, los carnavales estaban prohibidos, y por eso nunca he tenido mucho afán por disfrazarme. Hoy he visto a cientos de Batman, vaqueros, brujas, por la calle. Es una fiesta que disfrutan a tope los chavales y por lo tanto, sus padres.
Yo creo que antes de la guerra los carnavales eran más canallas, más irónicos. Pero los tiempos cambian y ahora nos gustan los desfiles.
Nosotros puede que no tuviéramos disfraces de princesas o indios, pero teníamos el alto de mi tía Paz. ¡Era un mundo paralelo¡¡ Un día subimos allí y nos pusimos lo que encontramos. Mi primo Jesús, mi hermano Esteban, mi prima M. José y yo. El mejor, mi hermano, el más pequeño, la chaqueta le llegaba a los pies. Lo recuerdo como uno de los mejores días de mi vida.
Las fotos las que tengo que tener por alguna parte, pero esta me las ha pasado mi tía M Paz Fernández. Y se lo agradezco en el alma.
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