Juntarse para comer, para hablar, para saber unos de otros.
Cuando era pequeña me encantaba. Nos juntábamos tanto la familia de mi padre como la de mi madre.
Después llega una edad que te gustan menos, hasta que tienes hijos, y otra vez a empezar.
Con la familia de mi padre nos reunimos menos, aunque no por eso dejamos de sentirnos muy conectados. Mis tías, las hermanas de mi madre, vienen de Barcelona todos los veranos y se unen con las de aquí. Es lo bueno de tener casa en el pueblo, aunque esté ya un poco destartalada.
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