lunes, 8 de febrero de 2016

Emigración


Anguiano era antes un pueblo grande, lleno de juventud, donde los nacimientos ganaban por goleada a las defunciones.
Las Hermanas Hernández Ortega

La emigración empezó a principios del siglo pasado y se convirtió en chorro a partir de los años 50.

Todo el mundo abandonaba el barco en busca de futuro y prosperidad. Algunos se quedaron cerquita, en Nájera; otros, muchos se fueron a Madrid, País Vasco y, sobre todo, Cataluña.  Y otros muchos daban el salto hacia el Nuevo Mundo.

Empezaba yéndose uno, seguramente el mayor, y detrás iban los demás.

La familia de mi padre se fue a Miranda, a Madrid, a Barcelona.

La hermana mayor de mi madre marchó a Argentina. Mis abuelos, sus padres, no llegaron nunca a superarlo. Nos llegaban unas cartas larguísimas en papel de avión, todos los meses. Qué diferencia ahora, con la facilidad para coger aviones o comunicarnos a través de internet. Las demás fueron a Barcelona. Y la mayoría se quedaron allí.

Por eso el pueblo, ahora, esta casi vacío, si no fuera por el asilo.

Pero, majos, los veranos son otra cosa. Los que se fueron vuelven con hijos y nietos y esto es un hervidero.


 



Mi tío Marcos, de Nieva de Cameros, el año que marchó a Argentina


Mi madre, mi tía Neri y Cristina, hermana de Benjamín, en Canales de la Sierra


Mis padres en Barcelona

Mis tíos Marcos y Angelina en la tienda que tuvieron en Buenos Aires.

Mi tía Angelina en Anguiano el año que se fue a Buenos Aires

 

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