Mi padre, como mis abuelos, ha sido un buen cazador. Ha sido una de sus pasiones.
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Maite apuntando |
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Mi abuelo Primitivo con sus perros |
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Mi madre con Montes |
Mi abuelo Primitivo también lo hacía. Me acuerdo de sus perros y cómo rellenaba
los cartuchos. Mi abuelo Andrés era
cazador y pescador. Cuando cogía esas truchas resbaladizas del Najerilla y las
subía de la Central para cenar, se nos hacía la boca agua, estaban de rechupete,
recién pescadas y fritas bien tostaditas.
Mi padre adoraba la época de
caza, andar por el monte y recorrer todos los caminos. Hoy podía haber sido uno
de esos guías turístico-ecológicos tan de moda. Siempre ha tenido perros,
algunos míticos en nuestra familia, como la Estrella, pero también
la Tula,
el Bull,
el Montes,
la Yuma…
y el Tobi,
pero ese cazaba en el plato.
A veces, como todos, no se
acuerda bien de lo que ha hecho esta mañana, pero te puede contar con pelos y
señales aquella vez que se escondieron los conejos en un ribazo y los perros
estaban “ji
jau ji jau” y al final cogieron 17 perdices y 14 conejos. Exactamente.
Anécdotas de caza tiene por decenas, pero todas tienen esa parte del “ji jau ji
jau” del ladrido de los perros.
A mí
me encantaba rebuscar en el morral a ver si le había quedado algún cacho pan
del almuerzo, coloradito de haber estado junto al chorizo.
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Guillermo, Raquel y mi padre |
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Andrés y yo |
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Muy gordo no estaba el perro. |
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Mi abuelo viene de pescar con Maite y Andrés
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Y el ribazo, esa palabra era de historias de caza
ResponderEliminarYo me acuerdo de Peligro, ese me daba un poco de miedito...
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