lunes, 29 de febrero de 2016

De tal palo

Somos únicos e irrepetibles.
Por gracia o por desgracia no ha habido ni habrá nunca una persona que sea igual que lo que somos cada uno de nosotros.
Pero recibimos una herencia de nuestros padres, de nuestros abuelos. Seguro que por genética se heredan un montón de cosas, y por costumbre, más.
Hay que asumir ese legado y tratar de mejorarlo, para que nuestros hijos sean mejores que nosotros. O al menos intentarlo, que no es poco.


A la izda mi abuelo Primitivo y a la derecha mi padre en Miranda

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