domingo, 21 de febrero de 2016

Madre no hay más que una...y padre tampoco

Madre no hay más que una...y padre tampoco.








El padre de mi padre fue mi abuelo Primitivo. Era muy guapo, le gustaba cazar, hablar con la gente, la carne guisada y las peras de invierno. Y Pepe Blanco. Y los perros. A uno de ellos le llamó "Chaval" y se lo tuvo que cambiar porque cuando iba por Miranda y lo llamaba, se volvían todos los chiquillos.
Pero mi padre tuvo además la suerte de encontrar en mi otro abuelo, Andrés, a otro padre. Compartían también aficiones y las tertulias después de comer eran míticas. Si estaban los tres, Primitivo, Andrés y Esteban, los ji jau de los perros y las perdices, codornices y conejos no paraban de salir de sus bocas durante horas.

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