Madre no hay más que una...y padre tampoco.
El padre de mi padre fue mi abuelo Primitivo. Era muy guapo, le gustaba cazar, hablar con la gente, la carne guisada y las peras de invierno. Y Pepe Blanco. Y los perros. A uno de ellos le llamó "Chaval" y se lo tuvo que cambiar porque cuando iba por Miranda y lo llamaba, se volvían todos los chiquillos.
Pero mi padre tuvo además la suerte de encontrar en mi otro abuelo, Andrés, a otro padre. Compartían también aficiones y las tertulias después de comer eran míticas. Si estaban los tres, Primitivo, Andrés y Esteban, los ji jau de los perros y las perdices, codornices y conejos no paraban de salir de sus bocas durante horas.
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