Mi padre, como tantos otros y otras, empezó a trabajar muy joven, había que ganarse el pan como fuese, que después de una guerra no estaba el horno para bollos.
Cuando se fue a Barcelona, hecho un hombrecito, empezó a trabajar de soldador en una empresa que se llamaba Marpe, nombre que eligió cuando se vino a Nájera a poner su negocio. Primero en una calleja, enseguida en la Calle Peligro. Allí puso su taller. También había una higuera y un panal en un patio que tenía más atrás.
En esa calle aprendí a a andar en bicicleta, ahí hizo amigos que aún duran, en esa calle se cayó mi hermano de un carro y se raspó la cara.
Luego se fue a la calle San Fernando, llegaron otros tiempos, otras preocupaciones, pero...eso es otra historia.
Marpe: Maravillas artesanas realizadas por Esteban
ResponderEliminarUna olor de la infancia, el olor del taller del tío cuando íbamos a Nájera a veros...., un recuerdo, las cebolletas en vinagre de la tía Marisol, más...La moto q todos probamos en esa calle San Fernando, los columpios del patio....
ResponderEliminarDicen que lo mejor que pueden dejar en herencia los padres a los hijos es una buena educación. Sí, es verdad, pero una infancia feliz, es lo más.
EliminarNuria, eres una boba. Me has hecho llorar
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